jueves, 6 de diciembre de 2007

¿Y esa magia?

Dentro, todo era papel, timbrazos telefónicos que acuartelaban los oídos y uno que otro grito tonante que delataba el nivel de histeria, en concentración ya creciente, a las dos de la tarde. Justo así se dejaba ver La Oficina. Mi madre, por suerte, no tenía que estar sentada horas enteras detrás de aquellas filas interminables de cajas y teclados informáticos que repiqueteaban todo el rato: a ella sólo le tocaba usar el fax.

Yo ya sabía bastante bien de qué iba todo el asunto: mandaba mensajes y otros documentos algo más oficiales haciéndolos entrar por la ranura frontal. Entraban y salían con un tono maquinal y la operación se repetía un sinnúmero de veces hasta que se le agotaban de las manos y corría a coger otro tanto al escritorio del jefe. Yo sabía de qué iba el asunto, pero no sabía el cómo.

La primera vez que vi funcionar un fax, pensé que la teletransportación era posible. Me imaginaba la reducción automática de la mensajería entrando por la ranura frontal, encuadrándose por el cable conectado a la extensión en la pared. Las letras entintadas, revueltas en frenesí, viajando a una velocidad exhorbitante, y las hojas y la mensajería regresando desde donde fuera una vez su destino, hacia las manos de mi madre.

No sé si fue por ese, o por algún otro pesamiento parecido, que terminé en Electrónica. No diseñando aparatos de fax, ni de mensajería. Nada por el estilo. Pero sí buscando, al menos de cuando en cuando, algo de aquella magia.

* * *

lunes, 26 de noviembre de 2007

Existe un mundo entero bajo tus pies.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Agridulce


Fue el producto de un desafortunado accidente. Pero ya estaba hecho y no había vuelta atrás. Sólo empezar desde cero. Otra vez. Los restos de lo que hubiera parecido, para cualquiera, un polvoriento recinto lleno de una suciedad blanquecina, revelaban la desazón que había causado al principio; pero ahora, todo permanecía silencioso, como en una extraña calma que llegaba con la resignación. Ahora que estaba terminado, sólo los momentos angustiosos de su creación flotaban ya en el aire: agridulces como él mismo. La campanilla del horno sonó. Y un denso olor a descubrimiento estalló en el aire. Ya estaba listo.

martes, 6 de noviembre de 2007


Se pasó el cuarto abrigo por encima de los hombros
y entonces descubrió,
que la sensación venía desde adentro.

sábado, 6 de octubre de 2007

Decaimiento radioactivo

Llevaba un libro de Jodorowsky bajo el ala y en el pico un ideal más que excentrino que lo impelía a arrastrar sus pasos hacia adelante. Y sólo cuando se hizo presente el atomismo multipersonal a su alrededor, se permitió instalarse entre un subliterata desinteresado y un hippie pseudo - intelectual, con los que compartió un breve momento empático - estirando el cuello en ambas direcciones - que luego olvidaría para siempre.
Unos pasos más allá, y a un desnivel de superioridad, la conferencia había comenzado. Un micrófono, con su hombre respectivo, explicaba todo en cortes lentos y, de tanto en tanto, miraba de refilón el monitor enorme que tenía detrás.
Una alarma autómata se disparó en su cerebro de pájaro, receptivo - cognitivo, receptivo - cognitivo; y después de quince minutos de núcleos radiactivos y radiaciones alfa, sólo había comprendido (además de artículos, pronombres, conjunciones y un par de verbos) que en esencia iban a presenciar un acto memorable y sin precedentes: "decaimiento radioactivo de Uranio - 238".
Jodorowsky resbaló unos centímetros por debajo de su ala, mientras se decantaba por largarse y se quedaba irremediablemente plantado entre el desinteresado y el pseudo - intelectual. Alguien incluso, comenzó una cuenta regresiva a lo lejos, a la que algunos - y no pocos - se unieron a voces llegado el momento.
La emoción creció, cuando el cuerpo científico que andaba de un lado a otro dentro del monitor, se reunía sonriente en el centro, y el hombre de la conferencia dejaba en claro que estaba por suceder. Enardecidos, algunos contaron. Otros se pusieron gafas de sol. Un grupo, incluso, agitaba banderines. Y algún otro, soltaba silvidos sordos extraviados por el ruido.
Movido por un sentimiento casi condescendiente, el conferencista se unió a la cuenta. Y en el "tres, dos,...,uno", incluso el pico hizo el amago de abrirse contagiado. La cuenta llegó a cero. Y por mucho que esperaron, sólo el aplauso incomprensible proveniente del monitor hizo reaccionar a la multitud, que solidaria se unió a ovacionar a la nada por no parecer del todo desconcertada.
Como parte de un contrato sobre entendido, la multitud se dispersó y no preguntó. El subliterata desapareció con su desinterés habitual (el hippie se había ido desde hace tiempo). Él negó vehemente con la cabeza de pájaro: 14.500 años después, tal vez podría repetirse, y sólo entonces consideraría volver a meterse a Jodorowsky bajo el brazo para que lo acompañara, nuevamente, al "decaimiento radioactivo".

domingo, 9 de septiembre de 2007

Dedos desfasados


"El roce de las personas en la calle Florida corroe sutilmente las mangas de los abrigos, el dorso de los guantes. El roce de 113.987 viajeros en trenes atestados que los sacuden y los frotan entre ellos a cada curva y a cada frenada, puede tener como resultado (por anulación de lo individual y acción del desgaste sobre el ente multitud) la anulación de cuatro unidades al cabo de veinte horas...es posible explicar el fenómeno por una especie de desgaste atómico previsible en las grandes multitudes." (Cortázar, 1960)

Para desaparecer, sólo es necesario desfasar un poco los dedos; lo suficiente para confundirlos entre otras manos, lo necesario para completar La Transferencia, para dejarse ir.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Ofitas


1989, dentro de todo, no es tan malo.
Tout droit.
Y del pensamiento a la derecha, no se hable más.
Sólo vivir. Sólo vivir. Sólo vivir.
Vous allez oú?
La Sortie, s´il vous plaît.

sábado, 25 de agosto de 2007

8:47

Nadie está por aparecer.
Eso es seguro.
Incluso pasarán días, tal vez semanas; y entonces, ya no parecerá una mera suposición efímera, a la que alguien, alguna vez, dedicó un pensamiento descabellado.
Será un balde de agua fría.
Uno de esos que a veces producen catarsis, o que dejan a la gente estremecida.
O movida.
¿Quién sabe?
Pero mientras tanto, nada.
Sólo luz cantábrica. Asfixia. Reverberancia.
La única sombra, que violenta la pared de la esquina, está a punto de esfumarse también.
De un momento a otro.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Una Sofía para todo

Dentro de muchos años, cuando pretenda olvidar a Sofía, estará, y aún para siempre, aquella imagen derrotera y desgastada, que en otros tiempos permitió conocer al mundo, la parte de Sofía que el mundo quería conocer; más no aquella, por la que desparecería, y para siempre, horas después.
Aquel lunes de 9 a 2, Sofía se abochornaba con pensamientos apresurados que giraban en un todo sin demasiado sentido. Se despegaba de vez en cuando del anclaje terrenal por rencillas morales. Y en su viaje astral volaba bastante lejos, lejos de nosotros. Nadie apreció nunca las desapariciones de Sofía. Así como, nadie fue capaz de entender sus desmanes, como sucede con casi todo el mundo. Aquel día, Sofía dejó un jirón de papel olvidado sobre el escritorio y luego, sin más, implosionó.

Seminario de nimiedades
1.- Pánico
2.- Fobia
3.- Hipomanía
4.- Depresión Leve
5.- Demencia creativa
6.- Demencia insana
7.- Depresión maniaca
8.- Transtorno bipolar efectivo

viernes, 27 de julio de 2007

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Lejos, hay un último atardecer.
El último día del mundo, no quiere llegar a nosotros.
Las Ramblas a penas pobladas se obligan a decir lo contrario y en un abrir y cerrar de cejas se llenan de día, así sin más.
Contrario sería que fuésemos a bañarnos a la playa a estas horas.
La marea está alta y el cielo amenaza ya detrás de las colinas inhundándolo todo con una playa carmesí.
Rossana está en la posada, imposible sacarla de ahí sin una excusa algo más convincente que ir a gastar la tarde. Entrada la noche, la encontraremos riendo en el borde de la veranda con un suéter carmesí bastante menos apropiado que su postura tambaleante danzando con el viento.
Dejaremos el pueblo justo al borde del atardecer.
Mañana temprano, ni el pueblo ni Rossana ni yo, estaremos más aquí.

jueves, 26 de julio de 2007

Amanda

La llave, en el picaporte, no encaja del todo bien, igual que Amanda en su departamento.
Demasiado delgada para la posmodernidad. Demasiado estática para el neoliberalismo. Amanda, definitivamente, no combina. Aquella idea que lo asaltó en un principio, de traerla consigo como compañera espiritual, tal vez acabó por abandonarlo del todo cuando notó que resaltaba demasiado ente sus muebles.
Amanda es un ser herético. Una construcción a - moral que se deja llevar por el viento. Una idea incompleta. Una simple decoración soberbia, que de cuando en cuando, no puede dejar de mirar preguntándose si le agrada o la aborrece del todo. Amanda es sólo proxémica y algo de paralenguaje.
Los jueves, Amanda debe hacer de psicoanalista. Cuando llegue él, vomitando sus problemas, estará escuchando por horas aquel monólogo sin sentido que casi ha aprendido a adivinar.
Los lunes, la ira se desborda y Amanda ni siquiera piensa en moverse; de pronto, la atmósfera del departamento le impide respirar y la furia contenida de todo el mundo se desborda, incluso, por el suelo. Y al igual que el resto de los muebles, Amanda teme ahogarse en esa ira plateada e incontenible, saliendo a torrentes por la ventana. Amanda no se resiste y sólo se para a mirar aquellos ojos coléricos, aquella furia departamenal, que está segura, no podrá detenerse.
Amanda es sólo una pequeña coincidencia en aquel departamento. Una sentencia repetitiva de una clara y desgastante disfunción social. Amanda no grita, porque nadie escucha. Amanda no escapa, porque sabe que no puede. Amanda se queda, porque es sólo un mueble más.

miércoles, 25 de julio de 2007

PuppetMan


Despertó de repente; y lentamente se despojó de los hilos que lo sostenían. Se dio cuenta, en ese momento, que sus manos le pertenecían, que su alma ya no tenía peso, que podía crear, pensar y caminar por sí mismo. Se había dado cuenta de que era realmente, un ser humano.

martes, 24 de julio de 2007

Lady Liberty


Cada vez que se siente especialmente desesperada, Lady Liberty sale a dar un paseo.
En un principio, todo el mundo la veía yendo de aquí para allá, con los pasos heréticos, atestados de promesas y falsos sueños. Y las multitudes ignorantes de los goznes de Lady Liberty, la aclamaban y saludaban hacia arriba, creyéndola en desfile conmemorativo.
Definitivamente, aquellos ojos que Lady Libery mostraba anormalmente vacíos, no eran otra cosa que la muestra más palpable de su deserción espiritual; porque Lady Liberty está cansada de estar siempre sola.
Tal vez un día, es posible, sea Lady Liberty quien se muera de ganas por construir su propia estatua.